Érase una vez una niña que soñaba con convertirse en cisne.
– Cuando sea mayor, seré grande y fuerte y los patitos ya no podrán meterse conmigo- se decía.
Y se hizo mayor, pero nada cambió. Ella se esforzaba mucho por encajar. Por ser, por sentir, por amar y por comportarse como una patita más de la bandada. Se esforzaba tanto y tanto, que ya no conseguía saber ni quien era. Sola, triste y desesperada se fue a los juncos para que nadie pudiera verla y allí descubrió, que escondidas, vivían ranas, mosquitos, mariposas, nutrias y peces de colores.
Y comprendió.
– Señores patitos: Los estanques no son vuestros. ¡No nos esconderemos más entre los juncos!